lunes, 24 de marzo de 2008

Tuberculosis pulmonar

La tuberculosis fue hasta hace pocos años una enfermedad­ extremadamente frecuente y temida, ya que causaba la muerte de los afectados en aproximadamente la mitad de los casos, mientras que los sobrevivientes quedaban con graves secuelas pulmonares. Aun cuando con el tratamiento moderno su frecuencia ha disminuido considerablemente, en la actualidad la tuberculosis sigue siendo un problema importante, temiéndose un aumento de su incidencia debido al mayor número de pacientes inmunodeprimidos con SIDA, lo que facilita su diseminación en la comunidad.

El bacilo de Koch es un germen con escasos mecanismos patogénicos. No obstante, debido a que es capaz de inducir una reacción inmune de tipo celular muy intensa, puede causar una grave enfermedad pulmonar crónica en los pacientes en que la multiplicación del microorganismo no es frenada oportunamente.

La enfermedad se adquiere por inhalación de bacilos eliminados al ambiente por un enfermo. En la mayoría de los sujetos, el primer contacto con el bacilo de Koch (primoinfección) no determina enfermedad, ya que se monta una respuesta inmune celular eficaz antes que el número de bacilos de Koch haya aumentado excesivamente, lo que permite la eliminación de la gran mayoría de los microorganismos. No obstante, algunos bacilos permanecen en mínima actividad dentro de los macrófagos que los han fagocitado, lo que hace posible que, ante una eventual depresión inmunitaria, ellos puedan volver a multiplicarse y causar una enfermedad pulmonar.

Las lesiones de la tuberculosis pulmonar se explican por una­reacción de hipersensibilidad del organismo, de tipo celular o tipo IV de la clasificación de Gell y Coombs, contra los componentes del bacilo. Si la reacción es muy intensa, se produce necrosis caseosa de los tejidos, formándose cavidades o cavernas. Si no se trata, el pulmón se destruye progresivamente, causando la muerte por insuficiencia respiratoria o por hemorragia por compromiso vascular (hemoptisis). En los casos en que la enfermedad logra ser detenida, ya sea por las defensas naturales ­o por efecto del tratamiento, se produce una cicatriz fibrosa, de cuya extensión depende la magnitud de las secuelas.

El tratamiento quimioterápico es altamente eficaz para eliminar el germen, pero es obviamente incapaz de eliminar las secuelas producidas por la destrucción pulmonar. Por este motivo es importante efectuar un diagnóstico precoz, lo que se logra con un simple examen de expectoración, llamado baciloscopia, consistente en observar los bacilos teñidos con el método de Ziehl Nielsen. Por otra parte, la presencia de una reacción inmune celular contra el bacilo de Koch puede ponerse en evidencia mediante una intradermo reacción llamada PPD (derivado proteico purificado). También es posible prevenir la enfermedad mediante una vacuna llamada BCG (Bacilo de Calmett y Guerin), la que se aplica en el recién nacido y en escolares.

Los bacilos pueden diseminarse por vía hematógena o linfática y producir tuberculosis en diferentes órganos, como ganglios, pleura, riñón, genitales, suprarrenales, meninges, etcétera. La forma más grave de diseminación es la tuberculosis miliar, en la cual todo el pulmón y muchos órganos están afectados por la­ enfermedad.

Tratamiento.

La TBC (tuberculosis) es totalmente curable, salvo casos terminales. Un buen tratamiento cura el 99% de las

TBC con 1% de recaídas.

Fuente: Curso Web

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