Niños frente a separacion de los padres
Entre 1980 y 2005 los divorcios aumentaron un 50%. ¿Qué pasa por la cabeza de los hijos de padres separados?
El 2 de marzo Natalia recomenzó las clases sin ilusión. Su maestra pensó: Está desmotivada, si hasta noviembre fue un cascabel ¿qué le pasa?
La maestra esperó unas semanas. ¿Le costaría dejar la holgada vida sin horarios del verano? Pero después de Semana Santa, Natalia continuaba triste, solitaria en los recreos y reconcentrada. A la cita acudió el papá solo. Allí se hizo la luz: durante el verano los papás de Natalia se separaron definitivamente.
Glenn y Sylverster en un estudio publicado por el Institute for American Values afirman: "Hay un amplio acuerdo en que los recientes cambios familiares presentan efectos negativos lo suficientemente profundos y penetrantes como para tenerlos en cuenta".
Desde 1980 al 2005 los divorcios han aumentado más de un 50%. ¿Qué pasa por la cabeza y el corazón de esos millones de niños y adolescentes?
Hay casos de separación conyugal donde las relaciones familiares mejoran. Sin embargo, una separación hace vivir a los hijos emociones que, tarde o temprano, se traducen en comportamientos y efectos negativos. Muchos se preguntan ¿tendré yo la culpa de que mis padres se separen? incluso cuando tienen tan poca edad que los adultos creemos que no se dan cuenta de nada.
El deterioro del matrimonio rara vez es un acontecimiento repentino. Se gesta de a poco: primero es la separación emocional y una creciente independencia entre los padres que termina en la ruptura definitiva.
Durante ese proceso, según la edad del hijo y aún bajo un rostro impasible, su interior es un volcán de pensamientos y sentimientos encontrados.
La negación es lo primero que aparece como mecanismo para protegerse. Intenta alejar una realidad que le afecta profundamente. Luego suele surgir mucha rabia y agresividad contra los adultos.
La psiquiatra uruguaya Natalia Trenchi dice que se refuerzan los miedos y las fantasías con las que el niño intenta dar solución a la situación. Piensa "yo los hice pelear", por eso es bueno explicarles que es un problema de los adultos.
En el momento de la negociación, los hijos aparentan estar acostumbrados a la nueva situación, sin embargo de alguna manera la tristeza resta brillo a su mirada. No es raro que niños muy chicos se peleen en la escuela o presenten enfermedades inventadas porque saben que cuando hay problemas los padres acuden juntos.
Llegado el caso, busquemos dónde apoyarnos para menguar en toda la familia el impacto afectivo y psicológico de la separación. Sin embargo, ¿no sería sensato, ante los primeros roces, actuar como con una obra de arte valiosa que cuando se rompe no se tira, sino que se restaura?
El amor y el compromiso pueden restaurarse con ayuda de especialistas. Antes de tirarlos ¿no puede intentarse su restauración?
Fuente: Diario El País
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