Diabetes
La Diabetes es una dolencia que llega sin darnos cuenta, lo peor de esta situación es que ataca a muchas personas, en América Latina, por ejemplo, esta enfermedad ataca al 6% de la población adulta y mayoritariamente es la diabetes de tipo 2
Si bien pocos se dan por enterados, los candidatos a padecer esta dolencia no son pocos: alrededor del 6 por ciento de la población adulta en América latina se reparte entre la Diabetes tipo 1 y tipo 2. Esta última acapara la mayoría de los casos, el 90 por ciento. La Diabetes tipo 1 se manifiesta claramente desde el comienzo con los síntomas clásicos: aumento de sed, mayor volumen para orinar, pérdida de peso, debilidad e incremento del apetito. Pero en la 2, la evolución es más solapada, no da signos o no llaman tanto la atención para quien no está alerta.
La falta de información sumada a las características de presentación poco llamativa en la mayoría de los casos demora la visita al especialista. Una alteración visual, una infección a repetición, problemas de potencia sexual masculina suelen ser las complicaciones que motivan la consulta de una diabetes que ya lleva cinco años de evolución.
Un simple análisis de rutina evitaría muchos dolores de cabeza. Se trata de medir la glucosa en sangre, dado que la diabetes es producida por una alteración en su metabolismo. Este azúcar, que es la principal fuente de energía, se utiliza mal debido a un defecto total o parcial de la insulina, -la hormona producida por el páncreas, que controla el metabolismo de la glucosa.
Silenciosa y tenazmente, este exceso de azúcar en la sangre socava el organismo y puede conducir a resultados amargos. Tal como lo demuestran las estadísticas: la diabetes es la primera causa de ceguera no traumática en el mundo, resulta uno de los principales motivos de amputaciones de miembros inferiores por complicaciones de pie diabético y es cofactor de arteroesclerosis con todas sus consecuencias, como el infarto de miocardio y otras.
Lo primero, el diagnóstico
Si el antiguo adagio indica que en salud, es mejor prevenir que curar; “en diabetes el control es vida”, indican las campañas educativas sobre esta dolencia crónica en Argentina. No todos logran llevar al pie de la letra la consigna. “El 20-30 por ciento de quienes conocen su diagnóstico no realiza ningún tipo de control clínico-bioquímico o de tratamiento de su enfermedad. Más aún, el 68 por ciento de los diagnósticos se realizan por azar, frecuentemente como consecuencia de la manifestación clínica de una de sus complicaciones crónicas”, precisan datos publicados en la revista de la Asociación Latinoamericana de Diabetes sobre la región.
Por casualidad o no, aquel diabético que haya sido detectado tiene mucho por hacer. Un tratamiento que se apoya sobre cuatro pilares: un plan alimentario, actividad física, medicación y un programa educativo.
Con un equipo de especialistas conformados por médicos clínicos, nutricionistas, diabetólogos, cardiólogos, podólogos, el paciente es atendido desde un punto de vista individual. En este trabajo en equipo el diabético, lejos de quedar al margen, participa. Es más, resulta el responsable del autocontrol.
La dieta ya no es lo que era. Con respecto a las restricciones cambió el criterio, hoy existe margen para comer alimentos que antes se consideraban prohibidos. El tema es la cantidad y la oportunidad. En líneas generales se considera que el azúcar refinado y todo lo que derive de ella conviene restringirlo. Pero se puede consumir un flan combinado con otra comida luego de una actividad física, por ejemplo.
Si resulta estrictamente individual el plan alimentario, también lo es el de actividad física. Caminar por lo menos 30 cuadras resulta lo más conveniente. ¿El deporte más completo? La natación. Estas posibilidades variarán según cada caso y sus posibilidades. Como el trabajo muscular conlleva un rápido consumo de azúcar se deben coordinar los momentos que se dedican al deporte y la cantidad de alimentos, porque sino se puede pasar de una hiperglucemia a una hipoglucemia.
La consigna es mantener el nivel de azúcar dentro de valores normales. Cuando los promedios de glucemia están por encima de 180 a 200 mg por decilitro de sangre, por día, existen mayores probabilidades de complicaciones a largo plazo.
La ciencia a través de la medicación oral o inyectable de insulina brinda su aporte en el cuidado de esta enfermedad mientras estudia distintas corrientes de investigación para mejorar aún más las condiciones de vida. Mucho se ha hecho si se tiene en cuenta que tan sólo a principios del 1900, un diabético moría en seis meses a un año. Décadas más tarde, en 1922, se logró obtener insulina y desde entonces la medicina no ha dejado de perfeccionar las herramientas. En todo el tratamiento es muy importante el programa educativo para que el paciente comprenda el porqué y el para qué de la dieta y de la actividad física. Si cumple con la terapia, la calidad de vida es tan buena como la de una persona no diabética.
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