Malos hábitos del niño que preocupan
Sólo en casos aislados la causa es física o psicológica | Cuando el hábito se prolonga puede convertirse en obsesivo
Algunas costumbres en los niños sacan de quicio a sus padres. Y la mayoría no sabe qué hacer para controlar el mal hábito. Los padres se preguntan si el niño lo hace a propósito o si lo hace porque le ocurre algo. Si es un hábito pasajero o si realmente se trata de un problema. Sólo en algunos casos aislados, deja de ser un hábito para ser el resultado o la causa de un problema físico o psicológico.
Según Kim Rutherford, de kidshealth.org, el hábito puede ser un síntoma de una enfermedad más seria. Por ejemplo, un niño que se hurga la nariz puede sentirse incómodo porque introduce un objeto en ella. Un niño que se chupa constantemente el dedo puede estar sufriendo ansiedad grave y debilitante.
A pesar de que los hábitos suelen ser benignos, una mala costumbre que llegue a producir daños o lesiones corporales en el niño, deja de ser un hábito para convertirse en un problema más serio.
Si un niño se muerde las uñas todo el tiempo, podrá desarrollar infecciones. Y si se chupa los dedos, puede desarrollar problemas de formación dental. Si el niño es objeto de burlas en la escuela, o tiene dificultad para hablar porque no se quita el dedo de la boca, su comportamiento va más allá de un simple hábito. Cuando un hábito se prolonga, se puede convertir en un comportamiento obsesivo, y puede también afectar a las relaciones sociales del niño o interferir en su vida diaria. En estas situaciones los padres deberían consultar al pediatra o a un profesional especializado.
Según la Dra. D`Arcy Lyness, psicóloga pediatra de kidshealth.org, la mayoría de los hábitos desaparecen. Ella hace algunas recomendaciones para tratar de evitarlos:
- Los padres deben decir al niño lo que no les gusta de su comportamiento. Por ejemplo, "no me gusta cuando te muerdes las uñas. ¿Podrías dejar de hacerlo?"
- Deben evitar rezongar al niño, castigarlo, criticarlo, o dejarlo en ridículo frente a otras personas, porque eso puede empeorar su comportamiento.
- Deben animarlo a que abandone la mala costumbre. Decirle clara y positivamente cómo quieren que se comporte. En lugar de ordenarle "no te muerdas las uñas", decirle ¿Qué te parece si dejas que te crezcan las uñas? En este caso, también existen sustancias de mal sabor para los dedos que pueden ayudar.
- También deben recompensarlo cuando demuestre autocontrol.
Así como los hábitos tardan tiempo en desarrollarse, llevará tiempo (tres semanas o más) sustituirlos por otro comportamiento alternativo. Tenga paciencia. (GUIAINFANTIL.COM)
Padres que hacen sentir culpa.
Algunos padres, a veces inconscientemente, utilizan un lenguaje negativo, subestimando las acciones o las actitudes de sus hijos. Son frases como "no corras, que te caerás", o "eres un desordenado incorregible", que los padres no deberíamos usar, pero todos alguna vez las usamos.
Padres que simplifican los problemas.
Es fácil caer en el error de restar importancia a los problemas de los hijos, con comentarios que pretenden tranquilizarlos inmediatamente en medio de un conflicto. Pero el resultado es un rechazo casi inmediato hacia el adulto que se percibe como poco o nada receptivo a escuchar.
Comunicación entre padres e hijos.
En función de las palabras que decimos a los niños podemos comunicar una actitud de escucha o, por el contrario, de ignorancia y desatención. En la vida de un hijo hay ocasiones en que la relación más adecuada pasa por la compañía y por el apoyo silencioso.
Fuente: Diario El País
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